PREMIO DEL PÚBLICO


Para ser la última cena era extraño.
El director Marcos Rodríguez había salido hacia las afueras a ver Las vidas posibles, de Sandra Gugliotta, mientras que Gustavo Alonso decidía quedarse en el centro universitario para descubrir el mundo de la "tigresa" Acuña en el documental Licencia Nº1.
En un bar de la ciudad esperaba Ricardo Ibarlín, recién llegado a Tandil en busca de la piedra movediza. Detrás de él Alejandro Encinas se reencontraba en el corazón de la pampa bonaerense con Pablo Parra, DF de su próximo proyecto.
Cuando uno está en un festival de a muchos, es viable la consigna de que cada uno haga lo suyo. Ese fue el plan.
Recién la medianoche juntó al equipo en torno de la mesa de Pizzuela, un cálido restó en el que se mezclaron -en mesas separadas- autoridades del festival, jurados y participantes.
Allí irrumpieron los últimos invitados en llegar a un evento empezado un par de días antes. Entre tantos, el director Pablo Trapero, jurado de ópera prima y disertante en una charla posterior, junto a Martina Guzmán, protagonista, productora ejecutiva y esposa de la exitosa Leonera,.
Sobre el filo del día siguiente la directora Sandra Gugliotta junto a Víctor Cruz rezaban que la cocina no hubiese cerrado sus hornallas para siempre. Y cuando Alonso y Rodríguez se sentaban a compartir esa mesa, Alejandro Encinas transformó la sobremesa en sobresalto, con su insistencia de una reunión nocturna.
Era una fiesta del Festival en un boliche llamado Ego, nombre apropiado si los hay entre tanto actor y director. En la barra un talentoso realizador llamado Akira Patiño estrelló el flash contra parte del equipo.
Y quedó ésta foto del Mono Ibarlín, Marcos Rodríguez, Alejandro Encinas y Gustavo Alonso. Por detrás, Charly, actor de Regresados se alegra de caminar Tandil de noche.
Luego los egos individuales se perdieron en la niebla.
O en la barra.